Thursday, September 4, 2014

"Te voy a violar, pedazo de guarra"


En ocasiones parece sorprendente hasta qué punto hemos llegado a tener voz y, por ende, cómo hemos llegado a molestar cada vez que hablamos o nos quejamos de aquello que hemos estado callando. Nos molesta el acoso callejero, sí, y es bastante incoherente que un hombre nos venga diciendo “no, porque…” Sí, molesta, da miedo, y no lo vais a entender nunca, pero es así. Punto. Si a mí me dice alguien que le molesta que le diga ciertas cosas, dejo de decírselas, al menos por respeto y educación. 

No hace falta ya que os digamos que es nuestra intimidad, que no queremos saber si os parecemos guapas o no si ni siquiera preguntamos… no, no hace falta, porque con un “nos molesta” ya debería valer.

Los datos registrados más recientes nos sitúan en 2008, cuando ocurrieron 7591 casos de abuso, acoso y agresión sexual. Sabiendo estas cifras, nosotras temblamos cada vez que oímos a alguien tratándonos de mero objeto criticable (para bien o para mal) cuando vamos por la calle. Quizá llegue a más o quizá no, no lo sabemos, pero el miedo llega igual a pesar de la incertidumbre.

Aquí os dejamos un vídeo donde se muestra cómo sería un mundo al revés: si los hombres fueran los acosados.




Esta es la historia de María, que ocurrió este mismo verano en Madrid.

María se encontraba a las nueve de la noche esperando con una amiga suya para celebrar un cumpleaños con sus amistades. Hacía mucho calor, así que María decidió vestirse con un pantalón corto y una camiseta de tirantes escotada: “lamentablemente, mucha gente pensará que lo que sucedió después fue causado por mi vestuario”.

Se encontraban en una zona cercana al centro atestada de gente y no era especialmente tarde. De pronto, se acercó un hombre ebrio que rondaría los 30 años y comenzó a acosarla con numerosas obscenidades.
“Yo, presa del pánico, intento contestar lo más tranquilamente posible para que se alejara de mí”. Ante esa situación, una amiga decidió hacerse pasar por su pareja y él, mostrando una repulsiva homofobia descarada, les propuso un trío.

María acabó cabreándose por la situación y comenzó a gritarle. Le dijo que aquello que él estaba haciendo era acoso sexual y que podría denunciarle (sobre todo siendo ella menor de edad). Él, aún sin alejarse, le espetó que qué haría ella si no se iba.


“A cada palabra, el miedo se apoderaba aún más de mí.
Él, sorprendido, se fue alejando.
«Te voy a violar, pedazo de guarra»
Jamás olvidaré su amenaza ni su semblante cuando me gritó aquello.
Yo le tildé de cabrón, machista y gilipollas, y él se esfumó.


No es la primera vez que me acosan ni que me asusto ni que me siguen. Compañeras, quiero mandaros fuerza y apoyo a la hora de lidiar con este tipo de elementos. No estáis solas”.


No comments:

Post a Comment